TEL AVIV – El jueves por la mañana temprano, cuando los israelíes se despertaron con noticias de que Israel y Hamas habían llegado a un acuerdo, los peatones que pasaban por la “Plaza de los Rehenes” de Tel Aviv comenzaron a detenerse con incredulidad: ¿Era realmente cierto?.
Apenas unas horas antes, la atmósfera era la misma de cansada resignación que se cierne sobre la ciudad desde los desgarradores ataques del 7 de octubre, hace dos años: fatiga, ira y agotamiento. ¿Pero ahora? La plaza, que alguna vez fue un símbolo de dolor y recuerdo, ahora palpitaba con una frágil sensación de esperanza.
“No puedo creerlo”, dijo Ilit Ben Dan, de 42 años, un asistente habitual a las protestas de las familias de las víctimas y los rehenes, que exigen su liberación. “Llevamos dos años esperando este momento. Estábamos agotados. Ahora, finalmente parece que podemos respirar de nuevo”.
El acuerdo surgió de tensas y prolongadas conversaciones en El Cairo, donde delegaciones de Israel, Hamas y mediadores internacionales clave, incluidos Estados Unidos, Qatar y Turquía, negociaron hasta bien entrada la noche. Poco después de las 3 a.m. El jueves, hora de Israel, se anunció el acuerdo. Y el viernes por la mañana, poco más de 24 horas después, el gabinete israelí había dado su respaldo al acuerdo para intercambiar prisioneros palestinos por los restantes rehenes israelíes retenidos por Hamás.
“El gobierno acaba de aprobar el marco para la liberación de todos los rehenes, tanto vivos como fallecidos”, publicó el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu en X.
Flanqueado por EE.UU. El enviado especial Steve Witkoff y Jared Kushner –yerno del presidente Donald Trump, que eligió un papel directo en la intermediación del acuerdo– Netanyahu afirmó: Luchamos durante estos dos años para lograr nuestros objetivos de guerra. Y el objetivo central de estos objetivos de guerra es la devolución de todos los rehenes, vivos y muertos, y estamos a punto de lograr ese objetivo”.
Hace sólo unos días, tal progreso parecía improbable. Las profundas divisiones dentro del gobierno de Israel y la desconfianza inquebrantable hacia Hamás proyectan una larga sombra. Los partidarios de la línea dura denunciaron que las negociaciones eran una locura. Pero la presión implacable de las familias de los rehenes, la protesta pública y la diplomacia condujeron al avance.
Entre los que lucharon durante la larga noche se encontró a Itzik Horn. Su hijo Omer ha estado cautivo de Hamás durante casi dos años; “Yair nunca encontró la verdadera paz; libre, sí, pero atrapado porque su hermano todavía estaba desaparecido. Ahora esperamos un reencuentro real”.
Horn es una voz destacada en el grupo de defensa de los familiares que ha presionado persistentemente para que el gobierno consiga un acuerdo de ese tipo, una victoria que atribuyen a los incansables protestas en Hostage Square.
Muchos en la plaza también le dieron crédito directamente a Trump. Estados Unidos El presidente aplicó una intensa presión sobre ambos partidos, enviando emisarios a Egipto, Qatar y Tel Aviv. “Sin él, este acuerdo no se habría realizado”, insistió Horn. “La razón por la que mi hijo regresa a casa es Donald Trump, no Benjamín Netanyahu”.
En una publicación en Truth Social, Trump saludó el jueves como un “GRAN día para el mundo árabe y musulmán, Israel, todas las naciones circundantes y los Estados Unidos de América”.
Tiene previsto visitar la región este fin de semana, incluidas escalas en Egipto e Israel. Se espera que los rehenes comiencen a regresar a sus hogares el lunes o martes. Sin embargo, Trump y sus asesores –incluidos Kushner y Witkoff– saben que la liberación es sólo el comienzo. Se vislumbran debates más difíciles sobre el futuro de Gaza, el desarme de Hamás y los acuerdos políticos que seguirán.
En Israel, el júbilo se ve atenuado por la cautela. “No somos ingenuos”, dijo Ben Dan, de pie en medio de la multitud. “Conocemos la realidad de Hamás. Pero tenemos que aferrarnos a la esperanza. Sin eso, lo hemos perdido todo”.
Se espera que el alto el fuego entre en vigor el sábado por la mañana y que las fuerzas israelíes se retiren a las líneas acordadas. Los próximos días determinarán si este acuerdo histórico perdura.
Hasta altas horas de la noche, los cánticos resuenan en la plaza: “No tengas miedo, Israel”.